Los Istanbul Innovation Days (IID), organizados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se han consolidado como un laboratorio vivo donde se exploran soluciones radicales para los desafíos más complejos que enfrentan las instituciones públicas hoy. En su edición 2025, el foco se centró en cómo lo público debe transformarse para hacer frente a un mundo radicalmente incierto, atravesado por crisis de gobernanza global, de democracias en declive, con múltiples emergencias climáticas,  y tecnologías que están transformando la interacción entre ciudadanía y Estado.

¿Qué nos dejó el día 1?

Más que una sucesión de paneles, el primer día del IID fue un laboratorio de tensiones vivas y oportunidades latentes. Los ejes clave giraron en torno a: cómo las instituciones pueden navegar amenazas híbridas, qué pasa cuando la tecnología interfiere con las reglas del poder, y cómo pensar en la llegada masiva de la IA al corazón de las decisiones públicas.

Una idea resonó con fuerza: la arquitectura institucional actual ya no alcanza. Entre la urgencia y la parálisis, emerge la necesidad de una gobernanza porosa, híbrida y adaptativa, capaz de incorporar incertidumbre sin quebrarse. El reto aquí es cómo incorporar esto en documentos formales y, sobre todo, ¿cómo documentar y acompañar estos procesos?

También quedó claro que la tecnología no es un canal vacío. Tiene sesgos, reproduce lógicas de poder y puede tanto habilitar comunidades como reforzar desigualdades. En ese marco, surgieron dudas potentes: ¿cómo rediseñamos lo público cuando los nuevos actores son BigTech, startups, plataformas cívicas digitales, colectivos digitales y actores de la economía de datos?

Y con ello, una pregunta clave: ¿Debería la innovación pública aspirar a ser irreversible? Casos como el del equipo Digital Edu en Indonesia, que ha codificado la irreversibilidad como principio de diseño institucional, abren el debate sobre cómo blindar el cambio y, a la vez, jugar con los ciclos políticos (sin ser necesariamente política).

¿Qué se habló en el día 2?

El segundo día del IID 2025 trajo preguntas menos comunes pero fundamentales: ¿cómo rediseñamos instituciones que escuchen más allá de lo humano? ¿y qué pasa cuando la tecnología (por ejemplo, la IA) se construye desde lógicas fuera del mercado?

En una de las sesiones, se planteó la necesidad de incorporar la naturaleza como sujeto activo de la gobernanza. No se trata solo de proteger ecosistemas, sino de crear marcos institucionales capaces de procesar información ecológica. Por ejemplo, datos generados por sensores en animales para tomar decisiones públicas más adaptativas y biocéntricas.

Finalmente, surgió con fuerza la necesidad de repensar el rol de las finanzas públicas y privadas. A pesar de la abundancia de capital global, los flujos financieros actuales siguen atrapados en lógicas de silos temáticos. Las discusiones apuntaron a que el financiamiento puede, y debe, dejar de ser solo un instrumento de cobertura de brechas para convertirse en una palanca de transformación sistémica, capaz de sostener innovación pública. Esto requiere rediseñar no solo lo que se financia, sino cómo se financia y con qué horizonte de impacto. 

Insights desde Futuro Público

Varias de las ideas que circularon en Estambul podrían tener traducción concreta en América Latina. Las resumimos en cinco claves para acelerar y sostener la innovación pública desde la región:

1.     Instituciones porosas y permeables: La innovación necesita burocracias que respiren. Que dejen entrar y salir ideas, tecnologías y actores que antes quedaban fuera. Esa porosidad no es fragilidad: es capacidad de adaptación. En América Latina, donde lo informal muchas veces supera a lo institucional, las grietas pueden ser trampolines si se acompañan de aprendizaje, testeo y ciclos rápidos de iteración.

2.     Innovación de última milla: Donde no llega el Estado central, llega la creatividad territorial. Aparecen soluciones digitales y tradicionales desde lo local, con pocos recursos pero una capacidad enorme de respuesta. Estas iniciativas, si son reconocidas a tiempo, abren el camino para transformaciones más grandes. En la región, muchas veces lo local es la primera línea de respuesta innovadora.

3.     IA para la urgencia, no como lujo: La IA se está desplegando en lo público sin hoja de ruta. No como sofisticación, sino producto de la necesidad. Se usa para destrabar cuellos de botella, automatizar trámites imposibles y dar respuesta donde no hay personal. Pero sin regulación, sin alfabetización digital y sin legitimidad pública, el riesgo de caer en solucionismos tecnológicos es real. América Latina necesita una gobernanza algorítmica hecha para su realidad.

4.     Gobernanza ecológica de la mano con instituciones tradicionales: Innovar en lo ambiental en la región no es opcional: es urgente. Proteger la biodiversidad implica rediseñar cómo se toman decisiones en territorios donde la institucionalidad es frágil y las economías ilegales son fuertes. Gobernar con la naturaleza, y no solo sobre ella, requiere capacidades nuevas: leer datos del entorno, combinar saberes locales y mover marcos jurídicos hacia lo biocéntrico.

5.     Innovación financiera y presupuestaria como base de la innovación pública: Nada de lo anterior se sostiene sin presupuesto. Hoy, los marcos fiscales de la región están pensados para lo estable, no para lo incierto. Innovar sin red presupuestaria es improvisar. Hace falta repensar cómo se financia lo experimental: presupuestar el testeo, financiar lo adaptativo y dejar espacio para el error. Sin eso, toda innovación institucional será solo discurso.

La conversación con Xoan

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